En un momento en que Internet ofrece numerosas opciones no siempre basadas en conceptos apropiadamente validados presentados por profesionales que a veces no tienen antecedentes claros, el odontólogo recibe una imagen confusa de la profesión. Cada vez es más difícil determinar lo que está bien y lo que constituye un error profesional. Es evidente que esa educación en línea, que a veces tiene ventajas indiscutibles, conlleva el peligro de distribuir criterios terapéuticos que quizá no tengan fundamentos científicos y que, por consiguiente, hasta llegan a ser dañinos para el paciente. Dados estos hechos, uno puede preguntarse cuál es el papel del libro de texto cuando todo es tan accesible a través de los medios electrónicos. Es obvio que el libro sigue siendo una fuente de información única en su género, que contiene un criterio de tr..{seguir leyendo}


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